Los migrantes irregulares que van desde México hacia Estados Unidos temen por el futuro de su tránsito tras la decisión de Texas de poner a disposición del presidente electo, Donald Trump, más de 500 hectáreas para que esa tierra sea utilizada como zona de preparación para posibles deportaciones masivas. En contraste, Los Ángeles aprobó una normativa que prohíbe utilizar los recursos de la ciudad para la aplicación de leyes de inmigración ante el eventual escenario de expatriación.