Desde el inicio del juicio por violación múltiple de Mazan, los testimonios de víctimas de sumisión química se han multiplicado en Francia. Aline, una madre de 47 años, aceptó contar su historia, que se hace eco del calvario de Gisèle Pelicot. Es una forma de animar a las víctimas a hablar, aunque siga siendo difícil ponerlas en tratamiento.