En Siria, las facciones kurdas, que controlan casi un tercio del país, están preocupadas por el nuevo gobierno de transición en Damasco, pues temen perder su autonomía política de estos últimos años frente a un régimen más centralista, más islámico y sobre todo, apoyado por Turquía, principal enemigo de los movimientos kurdos. De hecho, las Fuerzas Democráticas Sirias, respaldadas por EE. UU. y prokurdas, anunciaron que cinco de sus combatientes murieron en enfrentamientos con grupos respaldados por Turquía.