Decenas de activistas de la etnia musulmana rohingya, que se encuentran en Bangladesh, ven con buenos ojos la emisión de una orden de captura de la Corte Penal Internacional contra el líder de la junta militar de Myanmar. Sin embargo, los refugiados exigen que el dirigente sea capturado y juzgado por posible genocidio, en aras de que su pueblo pueda retornar a su país y se haga justicia.