La COP29 concluyó con la promesa de 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035, un compromiso que dejó a los negociadores africanos profundamente insatisfechos. Su demanda inicial era de 1.3 billones de dólares, lo que evidencia una brecha abismal. Este desajuste alimentó la frustración de los países del continente y marcó el cierre de la cumbre celebrada en Bakú, capital de Azerbaiyán.