La primera sesión del Parlamento georgiano se realizó con los puestos semivacíos y con la notoria ausencia de la presidenta Salome Zourabichvili. Ningún miembro de la oposición se presentó para la apertura de la sesión parlamentaria como protesta por los resultados de las pasadas elecciones y en lugar de la mandataria, el miembro con mayor edad fue quien dio inicio. Los resultados de las parlamentarias no fueron reconocidos por Zourabichvili ni miembros de la oposición, desatando protestas exigiendo nuevos comicios.