Con un goteo constante de muertes diarias —veinte, treinta o incluso más—, los ataques aéreos israelíes contra edificios residenciales en el sur y el este del Líbano, así como en los suburbios de Beirut, la capital, han dejado un saldo de más de 3.700 muertos y 15.000 heridos. Al menos 200 de las víctimas mortales son menores de edad. Las letales embestidas aumentan incluso cuando los esfuerzos diplomáticos por un alto el fuego parecen madurar.