Crece la expectativa en Londres por el retorno de Donald Trump. Más allá de preservar la ‘relación especial’ de las dos naciones, el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente electo estadounidense tendrán que construir un nuevo vínculo estratégico que supere sus liderazgos antagónicos. Se prevé que la agenda esté dominada por la OTAN, las guerras en Medio Oriente y Ucrania, el comercio y su tensión personal.