El misil balístico ruso disparado el 21 de noviembre contra Dnipro es el más potente lanzado por Moscú desde que inició la guerra. Esta arma está diseñada para cargar cabezas nucleares, aunque en esta ocasión fue un lanzamiento de prueba sin ninguna carga nuclear, el mensaje para los enemigos del Kremlin fue claro: «Nos consideramos con el derecho a utilizar nuestras armas contra las instalaciones militares de aquellos países que permitan que sus armas se utilicen contra nuestras instalaciones».