Por tercera vez en la historia, los Juegos Olímpicos tuvieron lugar en la capital francesa, pero en esta ocasión con un montaje que ensambló en simbiosis perfecta sede y evento, con los escenarios más icónicos de la ciudad sirviendo de telón de fondo para las competencias. Con semejante lienzo, la obra de arte la completaron dos campeones incuestionables: Simone Biles y Léon Marchand.