Aunque el turismo se ha consolidado como un motor económico para las naciones, en 2024 las visitas masivas a algunos países de Europa trajeron complicaciones para sus ciudadanos que terminaron en tensiones sociales y ambientales. Mientras territorios como Barcelona, Venecia y Ámsterdam implementan medidas para gestionar el flujo de visitantes, los residentes locales enfrentan el reto de mantener su calidad de vida y preservar su entorno frente a la presión de un modelo turístico que califican de «intensivo» e «insostenible».