
La soberanía sobre la península de Crimea representa uno de los mayores desacuerdos entre Rusia y Ucrania para finalizar el conflicto armado. Esta región ha sido disputada entre múltiples actores desde el siglo XVIII, formando parte del imperio ruso, la Unión Soviética y Ucrania. Desde 2014, Rusia tiene el control territorial sobre la zona, sin embargo, hoy las potencias occidentales se niegan a reconocer las pretensiones de Moscú.