
Jamás un jugador no asiático y no europeo había ganado la Copa del Mundo. Para hacerlo, Hugo Calderano dejó en el camino al número uno, dos y tres del ranking mundial, remontó un punto para juego en contra y se aprovechó del remezón que sufre su deporte tras un cambio en las normas de clasificación. Esta es la historia de cómo llegó a la cima el joven que pudo ser campeón en cualquier terreno, pero escogió una raqueta y una mesa.